Invitamos a Carlos Fernández Hernández, consultor, docente y divulgador de Derecho digital, a reflexionar sobre «IA en la abogacía… ¿Modelo a medida o prêt-à-porter?»

Invitamos a Carlos Fernández Hernández, consultor, docente y divulgador de Derecho digital, a reflexionar sobre «IA en la abogacía… ¿Modelo a medida o prêt-à-porter?»

Invitamos a Carlos Fernández Hernández, consultor, docente y divulgador de Derecho digital, a reflexionar sobre «IA en la abogacía… ¿Modelo a medida o prêt-à-porter?» 150 150 Zelsior

Bajo el título “IA en la abogacía… ¿Modelo a medida o prêt-à-porter?”, Carlos Fernández Hernández, consultor, docente y divulgador de Derecho digital, nos ofrece su visión sobre cómo la IA se está integrando en los despachos, desde herramientas comerciales listas para usar hasta los agentes de IA personalizados que permiten a las firmas crear soluciones a medida para optimizar su trabajo legal.

Carlos Fernández Hernández, consultor, docente y divulgador de Derecho digital

Ninguna tecnología parece avanzar hoy más rápido que la inteligencia artificial (IA). Solo en las últimas semanas hemos visto llegar la versión 4.5 de ChatGPT, la 2.5 de Gemini, Perplexity Lab y Grok 3, todas con mejores y más potentes prestaciones. Además, como veremos enseguida, una nueva figura, los agentes de IA, comienzan a llegar también a este escenario.

No extraña que un experto como Ramón López de Mántaras se manifestara recientemente sorprendido de los logros que está alcanzando esta tecnología. O que el propio Sundar Pichai, CEO de Google, acabe de decir que “Es impresionante lo rápido que avanzan nuestros modelos”.

Una afirmación aplicable a la mayoría de grandes empresas del sector y que hace que quizás no estemos ya tan lejos de esa IA general, capaz de resolver cualquier problema o tarea que pueda plantear un ser humano. Pero hoy no vamos a llegar tan lejos.

Me voy a quedar en ese propósito, anunciado por Pichai, de que la IA forme parte de todos sus productos y servicios, desde el buscador Google, al sistema operativo Android, pasando por Gmail, Google Drive o Google Maps. Una tendencia similar a la de OpenAI cuando anunció su adquisición de IO, la empresa de Jony Ive, el genio que ayudó a Steve Jobs a desarrollar el iPod, el iPad y el iPhone, orientada a la fabricación de un nuevo dispositivo de IA de uso cotidiano que supere los formatos habituales de interrelación conocidos hombre-máquina.

Por hacerlo corto: la IA, especialmente la IA generativa, va a estar presente en toda la actividad humana realizada a través de un dispositivo electrónico.

Trasladando ese mensaje al ámbito jurídico, conviene irse haciendo a esta idea: en muy poco tiempo, la IA, va a ser la nueva herramienta para todo de los despachos, grandes o pequeños.

Al igual que desde hace ya más de veinticinco años nos habíamos acostumbrado a usar el buscador de Google para localizar cualquier información, dato o hecho, a lo largo de los próximos años nos acostumbraremos a utilizar los sistemas de IA incorporados a nuestros diferentes dispositivos para, además, de esas tareas, la realización de otras como la búsqueda jurídica profunda (que permitirá buscar y resumir jurisprudencia, legislación y doctrina relevante), el análisis y la revisión de documentos legales como contratos, demandas o recursos (identificando cláusulas relevantes, inconsistencias o riesgos legales), la elaboración de borradores de escritos y documentos legales (con un lenguaje jurídico preciso, adaptado al contexto del caso) y la preparación de estrategias jurídicas y procesales que ayuden a los ayuda a los abogados a ofrecer un mejor asesoramiento a sus clientes.

Para realizar esas tareas, los profesionales podrán utilizar las herramientas que ya ofrecen los principales proveedores del sector. De hecho, no es nada recomendable utilizar para una tarea del ámbito jurídico productos que no estén especializados, en contenido y entrenamiento, en este sector. Las consecuencias de ignorar esa recomendación ya las han sufrido no pocos profesionales de diferentes partes del mundo que advirtieron, demasiado tarde, que la herramienta generalista y gratuita que habían utilizado les habían facilitado como respuesta normas derogadas o precedentes jurisprudenciales inexistentes.

Por tanto, la primera forma en que los profesionales de la abogacía podrán acceder a herramientas fiables de trabajo, con prestaciones de IA cada vez más potentes, serán las comerciales listas para usar. Lo que podríamos denominar IA prêt-à-porter. Te suscribes, te formas en su uso y te pones a trabajar utilizando los grandes fondos documentales actualizados y la avanzada tecnología de que disponen.

Pero últimamente han aparecido también los agentes de IA, unos modelos de lenguaje que, empleando volúmenes de datos más reducidos, están optimizados para la realización de tareas específicas (en vez de tareas de carácter general, como los LLM).

Como explicó David Hurtado en uno de sus últimos posts, estos nuevos sistemas abren un nuevo horizonte a aquellos profesionales que quieran (y, con un poco de esfuerzo, puedan), diseñarse sus propias herramientas de trabajo para optimizarlo y ofrecerles una ventaja competitiva.

Los agentes no se limitan a responder como un chat clásico, sino que son capaces de tomar decisiones según el contexto. Son herramientas adecuadas para incorporarse a procesos de toma de decisión que no dependan de reglas fijas o a los que resulta difícil someter a un sistema de reglas automatizadas, porque requieran considerar el contexto y matices o criterios no evidentes en datos no estructurados.

Estas nuevas herramientas abren la posibilidad de que una firma diseñe sus propias herramientas de IA a la medida de sus necesidades, con un nivel de personalización impensable hasta ahora.

Naturalmente, la construcción de uno de esos agentes no es trivial y convendrá acudir al asesoramiento de técnicos especialistas. Pero empresas como Microsoft o Mistral ya ofrecen herramientas para ello y, muy recientemente, OpenAI, la empresa que lanzó ChatGPT ha presentado una guía para la construcción de agentes (A practical guide to building agents). En ella se explican los criterios para decidir la construcción de un agente, sus fundamentos (el modelo, las herramientas y las instrucciones) así como las precauciones o guardrails que conviene implantar para su funcionamiento seguro.

La IA a medida ya está aquí, pero no olvides que se trata de una herramienta para tu trabajo, cuyos resultados deberás siempre supervisar antes de utilizar.